jueves, 18 de agosto de 2016
Vuelta Meztitlán - Sierra Gorda - San Miguel de Allende: Agosto 2016
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Saliendo temprano en miércoles logramos un tránsito fluido y tranquilo por Circuito Interior hasta la carretera de cuota a Pachucha. Un poco fresca la mañana, apenas clareaba. Próximos a Pachuca los paisajes comenzaron a ser verdes y espectaculares. Algo de neblina en el horizonte, el sol le daba un brillo muy particular a los campos de cultivo a cada lado de la carretera. Seguimos hasta Mineral del Monte en el liviano tráfico de la ciudad para un desayuno de enchiladas mineras y la caminata y fotos entre calles con negocios que apenas abrían. Luego de seleccionar llaveros de recuerdo, seguimos hacia Meztitlán. Una increíble carretera para la moto: Suaves curvas y paisajes espectaculares. Llegando por el medio día, con un calor sofocante en el cañón árido y cubierto de cactus, con las espectaculares montañas rocosas en cada costado y los campos cultivados verdes. Un cuadro para donde mirara uno.
Paramos en una gasolinera y Sandy se quitó 1, 2, 3, 4 capas delgadas, quedando una última. Luego una chamarra acolchada delgada y el forro de la chamarra de la moto. Increíble. Nos indica que antes que más calor, estaba sin sudar, pero claro en un estado de temperatura alta, pero estable. En cambio, luego de quitarse todo eso, ya con únicamente una capa delgada y la chamarra de la moto, sí comenzó a sudar. Curioso hecho que nos muestra como en calor extremo para la moto puede ser mejor bastante aislante, antes que poco.
Descansamos en la única sombra que había, tomando algo de agua y un café de lata, para descubrir después en el pueblo que la carretera que tan interesante parecía en los mapas de Google, no existía: Nos informaron que hacia Tolantongo e Ixmiquilpan lo único que había era una terracería con piedras muy cortantes, poncha llantas y pendientes muy pronunciadas. Decidimos regresar hacia Pachuca.
Paramos en Atotonilco, ya cansados y hambrientos. La pechuga de pollo asada nos pareció excelente, pero es posible que casi cualquier cosa nos pareciera excelente en ese momento. Aparte, Sandy sufría algún tipo de infección y tuvimos que visitar al médico de la Farmacia de Similares que resultó ser excelente, tal como nos indicó la recomendación de un tendero de tienda de ropa. El joven galeno era dedicado y cuidadoso en su auscultación y entrevista. Poco después de comenzar el tratamiento las cosas de salud mejoraron rápidamente y todo comenzó a verse más agradable tras un baño y la inauguración de las olimpiadas.
Seguimos al día siguiente hacia Pachuca, donde desayunamos en uno de los restaurantes que rodean la plaza del reloj monumental, y visitamos el tianguis en el centro. Encontramos algunos recuerditos y pasamos un rato agradable. Luego siguió la ruta libre a Ixmiquilpan por Actopan. Bastantes rectas, pero los paisajes incluso ahí verdes y bonitos. Retomando ya el plan, luego de consultar con un repartidor de Bimbo en un Oxxo, verdaderas autoridades respecto de caminos y rutas, seguimos hacia Zimapán y, en efecto, encontramos la desviación hacia la presa a la entrada del pueblo, junto a la gasolinera.
La carreterita a la presa de Zimapán es también espectacular, pero con un paisaje muy árido. Nada de campos cultivados como en Metztitlán y muchos menos cactus, pero sí una impresionante sierra rocosa y luego de un buen tramo, la presa. Espectacular vista. Una serie de casas nueves que sería un misterio quien habitaría ahí, otras curiosidades y unos cuantos restaurantes buenos para tomar un refresco con vista de la presa.
Una parada para tomar fotos y seguimos, descubriendo entonces los impresionantes túneles que llevan al lado de Querétaro. Uno de 400m, otro similar y uno más de 1600m. La roca taladrada rodeándolo a uno con la humedad que trasmina en algunos puntos. Lástima que no permitan parar a tomar fotos entre uno y otro túnel.
El camino varía de curvas a rectas en la planicie, ya hacia Cadereyta, dando vuelta a la izquierda al terminar la carretera de la presa. Ahí encontramos un excelente pequeño restaurante en la plaza frente a la iglesia principal con excelentes pero picosos chiles en nogada. La señorita que nos atendió nos recomendó un hotel económico y bonito del que nos facilitó un folleto. Caminamos. Tomamos fotos y emprendimos la búsqueda del hotel recomendado que resultó agradable y cómodo, a un precio moderado. Luego del obligado regaderazo, seguimos disfrutando de las olimpiadas, el atardecer, la calma y los pájaros.
El camino por Vizarrón hacia Pinal de Amoles comienza con rectas, luego suaves y amplias curvas en la porción árida, pero al comenzar la cuesta hacia la montaña nos tocó lluvia y neblina, estando además por el costado exterior de la sierra, cosa importante. Un tramo que es de los más excelentes de esta ruta se convirtió en un lento y cuidadoso tránsito, hasta llegar a la zona de bosques, ya sin desfiladeros.
Llegamos a Pinal con lluvia, pero ya sin neblina y Sandy agradeció que desde este punto tuviéramos habitaciones pagadas o reservadas para cada noche. Con justa razón, ya que había quienes en ese momento estaban nerviosamente buscando donde quedarse, por la lluvia y el clima.
Aunque es un muy pequeño pueblo, es muy agradable pasear en él. Luego de un sencillo desayuno en la única fondita abierta a esa hora, junto a la iglesia pero con música de Herencia Queretana, y vecinos tanto rancheros como alemanes en las otras mesas, visitamos el mercado que se instalaba, antes de prepararnos para seguir hacia Concá. Ya con excelente clima, luego de una noche lluviosa, siguió la carretera entre bosques con excelentes curvas y paisajes.
El Hotel Misión Concá tiene una zona de jardines con canales y todo tipo de vegetación. Especialmente bonitos son los lirios acuáticos y los grandes árboles, con vistas de la sierra. La alberca es excelente incluso en la llovizna. Nos tocó una habitación enorme frente a la alberca. Ahí el aire acondicionado se agradece. Nuevamente, la tranquilidad total.
Al siguiente día regresamos hacia Jalpan. Caminamos y visitamos el centro, usamos la piscina, conocimos las múltiples neverías, y reconocimos la dinámica de los lugareños desde el balcón de un pequeño restaurante. Familiares visitantes de EEUU con grandes camionetas. Tomamos nota también de algunos avisos de peligro en comentarios sobre donde estacionar la moto, relacionados con asaltos y robos. El hotel Misión también nos ofreció (con un precio especial al explorar opciones con anticipación en Internet) una excelente vista desde la alberca y agradable restaurante.
Siguiendo nuestra ruta trazada, regresamos por Pinal y las curvas de la sierra, pero ahora con buen clima y transitando sobre el costado de la carretera pegado a la montaña. Todo esto hizo de éste uno de los mejores tramos para la moto, paisajes y vistas. Interminables curvas en bosque, desierto, sierra y planicie que nos llevaron a la "Y" en que nos desviamos hacia Bernal. Hubo secciones en construcción con terracerías intermedias, pero ponto llegamos al calor y la sequía de la peña, nuevamente con un pequeño y económico hotelito que antes reservamos.
Hubo que visitar cada tiendita, así que caminamos todo el día, pero buscando la sombra resultó excelente paseo, mismo que terminó con una larga contemplación de la peña y de los visitantes en la explanada en que se prometía un show de luces en una fuente bailarina que nunca llegó.
Evitando Querétaro, el camino a San Miguel de Allende es básicamente de rectas y carreteras transitadas, con algún camionero agresivo. Lo primero al llegar, donde desayunar, pero luego era urgente visitar una tienda de vestidos que era destino largamente planeado. Luego la plaza, el mercado, zapaterías y más atractivos, como el museo de las catrinas. Al día siguiente pasamos otra jornada de visitas, especialmente el museo de La Esquina con juguetes artesanales que es obligado, pero también el de historia y las calles y plazas.
Salimos ya para los últimos tramos del viaje camino a Celaya, pero tomamos la desviación, como lo planeamos por Apaseo, hacia Jerécuaro y Acámbaro. Excelentes paisajes. Excelentes carreteras. Excelente superficie y curvas. Paramos en Acámbaro donde tal vez nos apresuramos en seleccionar restaurante, pero la ensalada estaba muy buena y las olimpiadas también. Nuevamente caminamos por todo el pueblo, cosa que tal vez salía sobrando ya. Salimos considerando parar en algún motel de camino, mismo que nunca encontramos hasta Zinapécuaro, ya bastante cansados.
El último y largo tramo por la mañana fue de Zinapécuaro por Huajúmbaro y Cd. Hidalgo hasta un restaurante de crucero que se veía muy limpio y concurrido, próximo a la desviación de Los Azufres. Esto fue de lo más espectacular en términos de ruta motera. Super vistas, bosques, superficies y curvas. Como la mayoría de los trayectos, generalmente casi solos en el camino. Seguimos luego por la libre, pasando Zitácuaro hasta poco antes de Toluca, donde tomando el libramiento de cuota hasta Tenango se evitaron topes y tráfico, por mucho que sea una larga vuelta. Luego regresamos al último tramo motero, por la libre del lado izquierdo del cerro hacia Malinalco.
Una super vuelta de algo más de 1600km, parando en pueblos mágicos, y distribuyendo los tramos de moto con los paseos, museos, caminatas y visitas a tiendas y tianguis.
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