viernes, 28 de agosto de 2015

Reparaciones y rehabilitaciones moteras

Los mejores manuales de reparación para motocicletas son los británicos Haynes. La diferencia con los americanos Clymer como en muchas cosas comienza por la teoría, la ideología y luego la filosofía derivadas. Tengo la suerte de tener una motocicleta para la cual existe un manual Haynes. Es de reciente publicación. Tal vez debí cambiar de moto por una para la cual sí hubiera manual Haynes antes que esperar su publicación.

Desde la introducción de El Manual, la filosofía del hágalo usted mismo aplicada al mantenimiento y reparación de la motocicleta claro que enfatiza que en la mayoría de casos es más rápido y fácil, muy independientemente de más barato, hacer las reparaciones uno mismo. En México y otras latitudes, donde los mecánicos pueden tan frecuentemente ser ineptos, irresponsables o llanamente tramposos, sería importante añadir el elemento de seguridad. Haciendo las cosas con atención, usando el manual, muy probablemente estará uno usando una motocicleta más confiable y segura. Simplemente porque uno se cuida al dedicarle tiempo, porque sabe que va a depender de su buen funcionamiento.

El asunto sin embargo no es ese, como tan claramente se nos narra en "Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta" de Robert M. Pirsig. La cuestión es la integralidad de la actividad y filosofía motera. Se trata de conocer la moto, apreciar su funcionamiento, integrarse además de al paisaje, al movimiento y el viento, a la misma máquina como extensión de uno y herramienta para vivir lugares y experiencias.

El caso es que en no más de diez minutos le cambié las balatas traseras a La Nena, sin mayor dificultad, siguiendo las fotos y alguna poca lectura de la sección pertinente en el Haynes. La satisfacción de esta sencilla reparación es un detalle final de puesta a punto para la próxima salida, luego de otras reparaciones que han sido necesarias en últimos días.

Resulta que la moto empezó a fallar, cuando apenas comenzaba a usarla nuevamente en trayectos cortos. Fallaban uno o dos pistones. Corría irregular el motor. Sin embargo, descuidadamente, sin la debida atención a su maquinal persona, me la llevé para un trayecto corto, por la mañana. Escasos 3KM después, casi al llegar, descubrí que aparte de irregular la marcha del motor, los tubos de escape en el punto medio donde se comunican los de la izquierda con los de la derecha estaban al rojo vivo. Cagation. Algo grave pensé. Luego de regresar a casa más tarde, con múltiples paradas, para mantener la calma, la cordura y las bajas temperaturas, emprendí un pausado proceso de revisión y reparación.

Revisando El Libro, decidí que el curso primero a emprender sería quitar los inyectores, para llevarlos al laboratorio a limpiar y checar y también cambiar las bujías. Con la ayuda del vigilante de mi condominio, quien también lava autos y tiene excelente disposición, dediqué algunos ratos, con poco esfuerzo por mi parte y mucho más por la suya, para desarmar, siguiendo la secuencia indicada. Son bastantes mangueras. Hubo tornillos muy necios. Dos de los más renuentes hubo que sacar con extractor, pero un tercero incluso lo rompió. Para los menos versados, un extractor es una especie de tornillo a la inversa que luego de taladrar la cabeza de un tornillo atorado se inserta para sacarlo. El caso es que al final salió tanto el último tornillo, como todo lo necesario hasta llegar a inyectores y bujías. Todo esto en breves ratos pausados de trabajo e indicaciones por mi parte, además de máximo unas cuatro horas por parte de mi amable asistente. Y se limpiaron los inyectores en laboratorio. Y se cambiaron las bujías. Y se revisaron los escapes. Y se limpió y regresó todo a su lugar.

Para mi sorpresa, porque en el último trayecto hasta ruido y golpeteo de válvulas había, La Nena arrancó sin mayor problema y hoy fuimos a dar la vuelta de prueba.

Claro que habrá otros detalles a reparar, como algunos desperfectos de pintura, pero ya se puede planear la siguiente vuelta algo más interesante, siendo que la reticencia luego de un percance de tránsito va disminuyendo.

El asunto es que estando Sandy, La Nena y yo parados en un semáforo de la libre a Cuernavaca, regresando de un fin de semana en Malinalco, por el lado derecho de los autos, y sin ofender a nadie, un taxi "chocolate", irregular, sin placas que tal vez no tenía frenos, tal vez prefirió arroyarnos que pegarle a un auto y poder perder el suyo, tal vez simplemente por prisa y falta de cálculo, dejó a Sandy con un pié roto y a mí con una contusión en el codo que luego de meses todavía nos siguen dando lata. Ella corrió con la peor suerte, teniendo que usar muletas, múltiples yesos, andadera y más. Ambos apenas vamos perdiendo los sobresaltos cada que se aproxima un vehículo, sea donde y como estemos, salvo en la sala por la tarde.

Parece sin embargo que con todo, el gusto por la moto en mí perdura, ya que incluso la breve vuelta de prueba de hoy me deja con el fresco de la mañana, la suavidad de los movimientos y el deseo de estar nuevamente en la ruta. ¿Porqué será que me queda más el temor al tránsito circulando en auto o taxi en esta caótica ciudad que sobre la moto, si este percance sin duda relativamente menor fue en ella? Vaya usted a saber...

2021-02 R1200RT Y se quemó el alternador...

 Pues resulta que regresando del último paseo, el indicador de batería se prendió en amarillo y al rato en rojo. Sin hacer mucho las pruebas...